SENTIMIENTOS CASTUOS

SUSPIROS DE ESPAÑA

sábado, 13 de julio de 2013

EL COLCHONERO

                                                        

                                                        

                                OFICIOS EN DESUSO

Era ya bien caída la tarde, cuando José llegó a su casa, su mujer lo esperaba
con gran cariño y le tenía todo preparado para su aseo personal, después de
una larga jornada de duro y desagradable trabajo.
Pero claro, era el que tenía, el que había heredado de su pobre padre, que a la vez, lo había heredado de su abuelo.
En una pequeña habitación, le tenía un barreño de agua bien calentita, hacia frío y él trabajaba debajo del cielo.
Acompañaba a su marido y, con un calcetín viejo y un trozo de jabón verde, lo ponía como el oro. -Hay que ver que mal hueles siempre que bienes del dichoso trabajo, -le solía decir ella cuando lo estaba frotando. -Claro mujer, tu sabes lo mal que huele la maldita lana, hay mujeres que dejan a los niños sin protección y está la lana casi podrida de tantas veces que se orinan en los colchones.
Y la tela no te digo, algunas ya no se le distinguen ni los dibujos de origen. Luego la que me lían las vecinas, hoy he trabajado en un patio de luz y no veas, todas asomadas a las ventana vociferando. ¡Que peste, que polvo! ¡esto es inaguantable! Y yo, ni miro para arriba, que le voy a decir, si sé de sobra que llevan toda la razón.
-Pero que poca consideración tiene la gente, -renegaba la mujer -no saben que esto es así de toda la vida y que es el medio que tenemos para poder subsistir.
-Sí Lola, esto es así, pero para el niño yo no quiero este trabajo, a ver si es posible que aprenda otro oficio más… -ofició, una buena carrera, eso es lo que le tenemos que dar -protestó ella -Dios te oiga mujer, -asintió, el sumiso marido.  

Manuela    

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