SENTIMIENTOS CASTUOS

SUSPIROS DE ESPAÑA

martes, 17 de mayo de 2011

Ese pueblecito blanco

donde viví sus eventos,

en mi mente están sus calles

y la huella de sus vientos.



Su plaza de soportales,

y como emblema, su fuente,

estéril en sus funciones

pero gallarda y caliente.



Seca por dentro y por fuera

hospitalaria y prudente,

donde juegan los chiquillos

y se retrata la gente.



Cuánto guarda en sus entrañas,

declaraciones de amor,

murmullos de enamorados,

tormentos del desamor.



Chillería de los chiquillos

trepando por su remanso,

y en su pretil el asiento

invitándote al descanso.



Pero yo siempre pensé,

que en la fuente falta algo,

es su columna central,

sometida está al letargo.



Si yo pudiera pedir                                            yo pediría un                                                                                   

al final de esa columna                                      

tan alta que llegue al cielo,                             

yo plantaría una estatua                          

representando a este pueblo.

                   

La estatua sería un colono

con azadón y sombrero,

recordando a nuestros padres

o quizá a los abuelos.



Los que crearon el pueblo

cuando casi ni era pueblo,

y rodeando la fuente

los nietos de esos abuelos.



Cada año recordaran

con un homenaje eterno,

los hijos de nuestros hijos

biznietos de esos abuelos.



Pidiendo por su memoria

elevándolo hasta el cielo,

como homenaje al colono

recordando sus desvelos.



Emitiendo una plegaria

de promesas y consuelo,

que sepan que los queremos

como padres, como abuelos,

biznietos, o tataranietos.

Activándola hasta el cielo.



Manuela Llera Ramos

jueves, 12 de mayo de 2011

Ese pueblecito blanco
donde viví sus eventos,
en mi mente están sus calles
y la huella de sus vientos.

Su plaza de soportales,
y como emblema, su fuente,
estéril en sus funciones
pero gallarda y caliente.

Seca por dentro y por fuera
hospitalaria y prudente,
donde juegan los chiquillos
y se retrata la gente.

Cuánto guarda en sus entrañas,
declaraciones de amor,
murmullos de enamorados,
tormentos del desamor.

Chillería de los chiquillos
trepando por su remanso,
y en su pretil el asiento
invitándote al descanso.

Pero yo siempre pensé,
que en la fuente falta algo,
es su columna central,
sometida está al letargo.

Si yo pudiera pedir                                            yo pediría un                                                                                   
al final de esa columna                                      
tan alta que llegue al cielo,                             
yo plantaría una estatua                          
representando a este pueblo.
                   
La estatua sería un colono
con azadón y sombrero,
recordando a nuestros padres
o quizá a los abuelos.

Los que crearon el pueblo
cuando casi ni era pueblo,
y rodeando la fuente
los nietos de esos abuelos.

Cada año recordaran
con un homenaje eterno,
los hijos de nuestros hijos
biznietos de esos abuelos.

Pidiendo por su memoria
elevándolo hasta el cielo,
como homenaje al colono
recordando sus desvelos.

Emitiendo una plegaria
de promesas y consuelo,
que sepan que los queremos
como padres, como abuelos,
biznietos, o tataranietos.
Activándola hasta el cielo.

Manuela Llera Ramos