HUYEN DESPAVORIDAS
El cielo se tiñe de un rojo
polvoriento.
Las dulces abejas saltan de la que era
su guarida.
Su cavernoso panal se derrumba por el
estruendo.
Y allí queda el zángano y su majestad la
reina.
Son los privilegiados, siendo los culpables.
Quedan en su trono confortable, pero
ellas
huyen despavoridas, solo llevan en su
mochila sus alas trasparentes.
Luchan por encontrar una triste flor,
para succionarla.
Vuelan a favor del brusco viento y van
quedando
en donde le abren sus alas, otras
abejas libres,
libres de estruendos destructivos.
Por qué, yo me pregunto, siempre
tienen que pagar
las inocentes criaturas.
Si son de lo más inofensivo, y tan
necesarias…
El cielo se atolondra, lleno de
pájaros locos.
Vuelan sin rumbo cierto, inmersos en
su triste locura.
No saben cuál es su guarida, todo es
destrucción.
Es lo que de lejos ven sus turbios
ojos, enrasados.
Ellas, las abejas, no entienden los
conflictos, “humanos”
Ellas, siguen fiel al rumbo que le
marcó la madre naturaleza.
Manuela Llera Ramos 2 - 4 - 2022
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