SENTIMIENTOS CASTUOS
SUSPIROS DE ESPAÑA
viernes, 26 de julio de 2019
UN BOMBÓN Y UNA NOTA
Yo era muy feliz, tenía un novio guapo, alto y bastante cachas, pero era demasiado feliz, por eso precisamente, no vivía tranquila, siempre tuve un presentimiento que me hacía sufrir.
Un día, cuando menos lo esperaba, se fue sin decirme a dios, pero me dejó el bombón con la nota acostumbrada:
“Ahí te dejo el bombón, ahora ya sois dos bombones“. Siempre me elogiaba con esas palabras cariñosas. Mi corazón me anunciaba el presagio inevitable. Una noche negra como mi pena. Las lágrimas surcaban mis mejillas, y estas eran como dos cataratas de fuego.
Yo sabía que eran muchos bombones en compañía de aquellas notas.
Era mucho tiempo con aquella rutina y ya se sabe que las rutinas acaban matando al amor, por muy fuerte que sea.
Esta ver tenía la corazonada que era la última.
Pasaron los días y sus llamadas cesaron y las mías quedaban sin respuesta.
En el cajón de mi mesita de noche guardaba todos sus regalos, no había consumido ni un solo bombón, todos estaban intactos con su correspondiente nota. Era su recuerdo y para mi era intocable.
Pasado un tiempo, cuándo el dolos era más débil que la atracción por los bombones, empecé a dejarme de formulismos y comencé a terminar con mi pena a base de bombones.
En pocos días la pena marchaba al la vez que los bombones. Y ahora pensaba: ¿Por que no lo había hecho desde el principio?
Una llamada a la puerta me saca de mis cavilaciones.
Miré por la mirilla antes de abrir, divisé una figura familiar, pero no lo veía claramente. Abrí la puerta y allí estaba, sentado en una gran maleta.
En su mano derecha sujetaba varias cajas de bombones y debajo del brazo aguantaba un montón de notas.
Muy cautelosa le dije: ¿qué deseas? Con una voz entrecortada acertó pronunciar.
-Teee te traigo los bombones y las notas.
Ah, gracias, ya se me habían terminado.
Cogí los bombones y cerré la puerta.
Miré por la mirilla, lo vi bajar la escalera cabizbajo con su gran maleta sobre el hombro.
Las notas las había dejado en el suelo junto a mi puerta, las cogí y me asomé a la ventana, justo cuando el pasaba con su maleta, las lancé al aire.
Miró para arriba y me tiró un beso con desgana.
Manuela Llera Ramos
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